martes, 6 de septiembre de 2011

TEORIA DE CABEZA DE PIPI


Las personas que me conoces es muy común escucharme una frase que suelo decir con alguna frecuencia “pensar con cabeza de pipi” y esta frase la he utilizado hace mucho tiempo, quizás al ir adquiriendo experiencia en la vida y darme cuenta que quizás las diferencias entre hombre y mujeres por mas libros, manuales, charlas, conferencias, teorías, siempre existirán. 

No me refiero a lo fisco, que es algo evidente, sino a nuestras manera de pensar, de analizar, de sentir o percibir situaciones.

Pensar con cabeza de pipi no es nada fácil, lo reconozco, porque eso me aparta de mis principios, ideales y hasta la manera de sentir, pero en ocasiones intento hacer este extraño experimento.

A medida que crecemos, nuestra visión de los hombres va cambiando, desde la del súper héroe que es nuestro papa, pasando por aquel maravilloso hombre que hacía sentir mariposas en el estomago hasta el nefasto personaje que nos hizo mil pedazos el corazón.

Cuando estamos en nuestra primera etapa de amor, ellos significan todo, y cuando digo todo es todo, dejamos de comer, peleamos contra el mundo, hacemos locuras, abandonamos el nido y hasta accedemos a cosa que hoy en día son difíciles de imaginar.

Los primeros amores son inolvidables, son inocentes de cierta manera porque nos tiramos de cabeza por aquel ser que pensamos que es nuestro príncipe azul, pero que error tan grande, tarde o tempranos descubrimos que los besos con música de fondo y los ramos de rosas, solo pasan en la televisión o en pelis románticas.

Empezamos aplicar la teoría, para ellos, los detalles tienen una finalidad y no es la de demostrarte el sentimiento que ellos tienen por ti, no, la verdad es que están abonando terreno para asaltar a la presa, o en otras palabras engordando el marrano para comérselo en diciembre.

Nosotras pecamos por confundir las cosas o complicarlas de una manera, que siempre terminamos jodidas, por ejemplo ponerle un nombre romántico a tener sexo, lo transformamos en hacer el amor y aquí, nosotras nos pusimos la soga al cuello. Porque?  Bueno sencillamente porque negamos algo que es intrínseco a nuestra naturaleza, y es que tenemos hormonas y también sentimos deseos.

Como el famoso "hacer el amor", nos convertimos en viles mojigatas, ocultando que también somos apasionadas, que podemos desear sin sentir y que hay hombres que con tan solo mirarlos te incitan a “pecar”

Cuando tenemos 15 o 20 años, listo el pegarse la llorada si te acuestas con alguien sin tener una relación previa, pero en la sociedad en que vivimos, donde la viejas de 15 ya parecen de mi edad y tienen la experiencia de una de 50, es totalmente ridículo, llorar o decir es la “primera vez que me pasa esto” es más digno asumir una posición y no ponerse de actriz de televisión.

En cambio, para un hombre (pensando con cabeza de pipi) no ha pasado nada, no hay bronca, no hay estrés, no hay conciencia y mucho menos remordimientos, ellos solo califican si fuiste una buena, regular o mala amante o en su idioma polvo. En este ejemplo vemos como confundimos Eros y Psique.

Otra diferencia que hay entre nosotros, son las etiquetas que la sociedad nos ha regalado de generación en generación, denigrando siempre nuestra posición en la historia. Si un hombre tiene muchas relaciones sexuales, es todo un semental, buen amante o adquiere experiencia, si una mujer lo hace solamente es una puta.

Por estos nosotras callamos tanto lo que deseamos y queremos, si pensamos como mujeres, nosotras en la cama no nos atrevemos a expresarnos, a sacar el animal o el instinto, por temor que el tipo piense que somos putas o que hemos tenido una amplia experiencia, por lo tanto si hemos tenido relaciones con 5 lo reducimos a 2. 

Creo que esto, es lo que en un gran porcentaje nos hace sentir frustradas en nuestra vida sexual, pues no expresamos lo que realmente queremos y deseamos y también podría ser la causa de muchas rupturas o el motivo de tener que fingir.

El ego del macho alfa, es súper importante, a un hombre no le hables del tamaño de su entrepierna, de calvicie y de cómo lo hace, son tres aspectos mortales para ellos. Allí radica su inseguridad o su virilidad.

Ellos no están pendientes (la gran mayoría) de si tienen barriga, si están flácidos, si tienen nalgas o si el abdomen es toda una chocolatina. Nosotras en cambio, nos ganamos el kit completo, todo nos parece mal, senos… arriba o abajo? Grandes o pequeños? Cola… arriba – abajo? Grande? Color de cabello, ojos, altas bajas, flacas o gordas… en fin tenemos un rosario completo de defectos para darnos látigo porque según nuestra cabeza no somos perfectas.

En cambio, pensando con cabeza de pipi, ellos son relajados en este aspecto. No les importa, en eso no radica su éxito. Cuantos hombres no hemos visto en la playa como homero? O alguno le importa depilarse? O están acomplejados si tienen flácidos los brazos o se les cayo la cola? NOOOO  por lo tanto, somos complicadas, nos desgatamos en bobadas mientras ellos disfrutan.

Los temperamentos, también es otro aspecto que varía en nosotras en forma constante, todos nos afecta y somos muy emotivas y apasionadas, pero eso en ocasiones no lo sabemos abordar, todo nos duele y lastima. Si habla mucho aburre, si guarda silencio es indiferente, si llama mucho es intenso sino llama es un ñoño. En fin estos detalles nos mortifican, en cambio ellos solamente ponen su culito al norte y se van.

Pensando con cabeza de pipi, los sentimientos son poco prácticos, por lo tanto se evitan, se dejan los apegos y se predica y aprende que en primero, segundo y tercer lugar están ellos. Nosotras pecamos en este aspecto, pues queremos todo un combo y agrandado, que quiero decir con esto, que por miles de cosas, nosotros en una relación somos amigas, confidentes, amantes, enfermeras, psiquiatras y hasta bancos.

Ellos no, ellos buscan quien les provee las cosas, no las ofrecen porque en la batalla de los sexos o en la medición de fuerza, esto tan debilidad al otro, para nosotras es una manera de expresas afecto y para ellos, solo es la manera de ratificar su ego y demostrar que nos tienen “dominadas”

Hablar de diferencias femeninas y masculinas es algo inagotable y susceptible de pasiones y malos entendidos.

Yo me siento muy orgullosa de ser mujer, de tener miles de motivos para sonreír, aunque he besado muchos sapos. Lo único que espero, es que no sea demasiado tarde cuando comprendamos que con virtudes y defectos, todos al final del camino añoramos y deseamos un cálido abrazo una dulce mirada o un corazón palpitante y en libertad

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